sábado, 23 de abril de 2011

Galapagar necesita una revolución naranja

Terminan ahora cuatro años más de gestión del abandono. Al hablar con vecinos del pueblo, se palpa el descontento general con la nula gestión del alcalde saliente, que no dudó en dar la nota con despedir a sus coaligados que le habían permitido volver a regir el ayuntamiento. Poca gallardía ha demostrado el alcalde, pero es el estilo ramplón de un partido que se cree en el derecho de gobernar sin los ciudadanos.

Si no fuera por el Plan E, Galapagar no tendría absolutamente nada que presentar como novedoso. La situación económica no parece permitir los habituales maquillajes con obras de urgencia para aparentar que se ha hecho algo. Quitando dos rotondas y la placa conmemorativa del alcalde en la bandera española en la Plaza de la Iglesia, lo que más destaca es la acumulación de suciedad en calles, barrancos y alrededores, la desaparición de los postes que delimitan las aceras de la calzada, lo que favorece el aparcamiento incontrolado y la obstaculización del paso de los peatones, así como el general estado de abandono, como por ejemplo las goteras en el flamante velódromo, cuya utilidad real para el municipio es aún un misterio.

Lo que necesita Galapagar es un cambio profundo. Para ello será necesario que los partidos sin ideas sean reemplazados por los votantes por otros con ideas nuevas y con ganas de gestionar el ayuntamiento con otro estilo.

Parece que el partido gobernante sabe lo poco que ha hecho y lo grande que es el peligro de no sólo volver a estar en minoría, sino incluso de perder más concejales. Así se explica que lance ahora mensajes de miedo, habla de pactos antinatura para derrotar a los populares, cada día más impopulares, porque saben que tener que entenderse con otras fuerzas políticas tiene un coste para ellos, porque implica llegar a consensos. Y es precisamente la falta de voluntad de los populares de llegar a entendimientos con otras fuerzas, en beneficio de los ciudadanos, algo completamente antinatura para ellos, ya que los últimos ocho años han sido una demostración de la mentalidad despótica y sectaria de sus dirigentes. 

Que Galapagar lleve paralizado es obra, básicamente, de un partido que durante cuatro años gobernaba con mayoría absoluta y durante los últimos tres en coalición con unos de sus principales contrincantes en la campaña de 2007. Hasta se atreve a alardear de haber logrado realizar proyectos como el Centro de Salud, financiado por la Comunidad de Madrid, que llega con un retraso de la menos diez años y que se había anunciado ya como un hecho en 2006; una escuela infantil, que aún espera ponerse en funcionamiento, un tanatorio en construcción y un sistema de videovigilancia, cuando en realidad son muy pocas cosas que en conjunto no suponen mucho avance para el municipio en general.

Lo peor que podría pasar es que los populares obtengan la mayoría absoluta, porque en tal caso no contarán con el resto de las fuerzas políticas, y ello supondrá un claro perjuicio para los ciudadanos. Las mayorías absolutas siempre encierran el peligro de un gobierno que actúa con prepotencia. Galapagar necesita otro estilo de hacer política, más visión de futuro, más modernidad, menos partitocracia y menos dedocracia. Una mayor participación ciudadana será la clave para diseñar y desarrollar el Galapagar del mañana, y para ello no basta con hacer campañas como la de pedir que los vecinos digan lo que quieren que haga el actual partido gobernante en el futuro. 

Conseguir que Galapagar cambie, supone cambiar a sus gobernantes, que en el pasado han demostrado no tener ideas ni voluntad de cambiar nada. Un municipio no se moderniza por tener un tanatorio -que es un servicio necesario- ni por estar vigilado por videocámaras, que como se puede comprobar no evitan que algunos comercios tengan que cerrar tras cuatro robos con fuerza seguidos. Existen necesidades mucho más urgentes y de más envergadura que no parecen ver los ediles populares ni parecen haber visto otros que estuvieron antes. 

Rebelémonos contra la mala gestión, la falta de transparencia y el intento de ganar las elecciones apelando al miedo a que cambie la escena política. Desde Ciudadanos estamos dispuestos a articular esa rebelión democrática y sensata contra esta forma caduca de gobernar el municipio. No hay que tener miedo al cambio, sino a la continuidad de una manera caduca de gobernar el municipio. 

Galapagar somos todos. Ciudadanos somos todos.